Miedo a ganar, miedo a perder en el deporte

De todas las emociones que sentimos las personas a lo largo de nuestro día a día, seguramente el miedo es la más denostada, la que más tratamos de evitar y por la que más debemos luchar para escapar de ella. Frases como “enfréntate a tus miedos” o “rompe tus miedos” son un mantra que escuchamos desde niños y que repetimos (y nos repetimos) de manera habitual.

Por supuesto el deporte no es una excepción. La necesidad de superar ese miedo es una constante en la carrera de cualquier deportista. Además, se “disfraza” con palabras que seguro que te suena haber escuchado

- Tensión

- Presión

- Bloqueo…

Detrás de todas ellas se encierra una misma emoción, el miedo.

Y lo curioso es que se puede producir tanto a ganar como a perder. Hay personas que cuando ven cerca la línea de meta, el minuto final o el último punto, sufren el más atroz de los miedos y entran en una espiral de la que es difícil salir. Yo mismo como deportista he sufrido varios episodios así.

Por supuesto, el miedo a perder, un clásico. Aunque hay contradicción importante ahí porque no se puede perder algo que no se tiene. Sentir miedo por perder un partido que no se ha disputado es, semánticamente hablando, un sinsentido.

¿Qué es sentir miedo?

Si por algo nos enseñan (bienintencionadamente, pero sin opciones de conseguir tener éxito) que debemos evitar el miedo es porque las sensaciones que nos trae el miedo son desagradables. Desde malestar físico, a perturbación mental y una alta dosis de falta de control de la situación o de nuestros actos. Cuando se dispara el miedo lo hace desde la amígdala, y trae consigo la “inundación” en el cerebro de hormonas como el cortisol, la oxitocina o la adrenalina. Pero no es el objetivo de este artículo sobre entrenamiento mental para deportistas profundizar en aspectos biológicos.

Lo fundamental es entender que trae consigo una sensación desagradable y que nos acarrea la necesidad de escapar de ella. Por eso, repito, la idea que se tiene de que hay que evitarlo.

Esta sensación surge ante la percepción de un peligro que acecha. Puede ser físico o puede ser mental. En el deporte, aunque se puede dar el caso de que un deportista tema por su integridad física en el enfrentamiento ante un rival, el miedo suele surgir de nosotros mismos, de nuestra mente.

¡¡Peligro!!

Como norma general, convendremos que ante un peligro lo mejor es tomar medidas. Tanto la huida, como el enfrentamiento o incluso en ocasiones el quedarse paralizado, nos puede salvar de problemas mayores, ¿no te parece?

La clave está en saber cuál es el peligro, cuál su naturaleza y sobre todo las consecuencias que puede acarrearnos. En definitiva, entender de qué tenemos miedo, qué nos asusta, a que “creemos” que nos estamos enfrentando. Todo esto para poder valorar de manera correcta y ponderada el peligro, y poder decidir entonces la gravedad real de la situación.

Hay un tipo de miedo que es adaptativo y que realmente cumple con su objetivo de protegernos e impedir que nos lastimemos o suframos daños (físicos o psicológicos). Sin embargo, en muchas ocasiones (y por la experiencia con los deportistas con los que he trabajado me atrevo a decir que en el deporte es el 99% de las veces) el miedo es desadaptativo, y lo que hace es alejarnos de nuestro propósito, de nuestros objetivos.

 

Indaga sobre tu miedo

Así pues, la manera en que te recomiendo que afrontes esa sensación tan desagradable, es decir, todo lo contrario al enfrentamiento o al rechazo. Como comentaba en este artículo (https://www.mindfulsport.es/como-minimizar-los-pensamientos-negativos-en-la-mente-del-deportista/) la aceptación es fundamental para empezar a revertir ese proceso. Jamás lo veas como un enemigo o como algo que debe desaparecer. Más al contrario, acógele, trata de escucharle.

En el entrenamiento con deportistas la herramienta que más resultados da para este caso es la PNL (Programación Neurolingüísitca), una potente forma de cambiar la manera de entender y sentir a través de un cambio en la forma de pensar. Si te quieres saber mas sobre ello puedes preguntarme y encantado te daré más información.

Te dejo, para acabar, una pregunta que te va a ayudar a poner luz en esa sombra que parece embargarnos cuando sentimos miedo. Ante esa situación, pregúntate, y sobre todo respóndete con sinceridad, ¿qué es lo peor que me puede pasar en este partido/competición?

Si la respuesta te lleva a algo externo (decepcionaré a mi familia, mis compañeros se burlarán de mí, mi entrenador me quitará su confianza…) puedes estar seguro de que el miedo es infundado. El cómo actúen/piensen los demás nunca es un punto tan importante en el desarrollo de un deportista.

Si tu respuesta te lleva a algo interno (me desmotivaré, me sentiré hundido, pensaré que soy un torpe…) entonces estás de enhorabuena, porque puedes trabajar con ello y empezar afrontar la realidad de otra forma. ¿Qué te hace creer que una derrota o un mal rendimiento cambiará las cosas? ¿En qué cimentas tu confianza en el deporte?

Te dejo este apunte para que empieces a profundizar más en ello. Ya ves como lejos de apartarlo o evitarlo, al miedo es mejor entenderlo, escucharlo y sacarle el máximo partido.

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