Desde siempre se ha dicho que el entrenamiento debe lograr simular al máximo la situación real de competición. A nivel físico, técnico o táctico, parece más o menos sencillo, si jugamos con las cargas o vamos utilizando modelados de tipo táctico. Sin embargo, a nivel psicológico y emocional la cosa no es tan sencilla. Una cuestión muy habitual entre los entrenadores es cómo lograr simular la en el entrenamiento la presión competitiva en un entrenamiento. ¿Se puede conseguir?
En muchas ocasiones, un equipo parece uno de lunes a viernes mientras entrena, y otro totalmente distinto en el fin de semana, cuando le llega el turno de competir. Evidentemente, la oposición del rival es un factor muy importante para ello. Pero hay otro más importante si cabe, que es el propio desempeño. Los nervios, la presión, la tensión por alcanzar la victoria, son “nuevos personajes” en las cabezas de estos deportistas que les hacen afrontar el partido de una manera muy diferente.
En este artículo pretendo desarrollar algunas claves que pueden acercar al entrenamiento a todos esos “personajes mentales” que aparecen en el fin de semana. Y antes de nada, quiero insistir en un término que comentaba antes: simular. Lograr una misma situación a nivel psicológico entrenando y compitiendo no es posible. Hay factores que sólo se dan en plena competición y que son imposibles de replicar.
¿Qué factores se “sufren” en la competición?
Para poder plantear de mejor manera el trabajo a realizar en esa simulación en el entrenamiento, tenemos que conocer cuáles son los principales factores mentales que influyen en el deportista ahora de rendir en la competición. Sobre ellos, debemos basar nuestras estrategias para trasladarlos al entrenamiento. He seleccionado los que con mi experiencia considero los 3 principales.
- Tensión: en este caso podemos hablar tanto de tensión física y tensión mental. Es más, no podemos entender la primera sin que se dé la primera. La tensión mental se genera por diferentes circunstancias, como son las ganas de ganar, de hacer un buen papel o simplemente la importancia percibida del partido en sí. Es muy importante ser consciente de las consecuencias físicas que trae esa tensión mental en el deportista. En ese caso quiero destacar el cansancio y la rigidez muscular. Un exceso de responsabilidad mal dirigido conlleva esos síntomas físicos.
- Ruido mental: la cabeza de un deportista cuando compite en muchas ocasiones es un hervidero de pensamientos y emociones. Estas ideas la mayoría de las veces son percibidas como un diálogo interior agotador. Ese diálogo interior, cuando está mal dirigido o interpretado, es el que tantas veces implica un bajo rendimiento. Sin duda es un factor para tener muy en cuenta para intentar trasladarlo al entrenamiento.
- Sensación de que se puede perder algo: El propio termino competición habla de una lucha para conseguir un objetivo. El deporte rara vez permite que ambos contendientes lo logren. Esa circunstancia de poder perder algo, crea muchas veces miedo y frustración a los deportistas. Y estas emociones son claves para impedir una buena ejecución. Quizá este sea el factor más complicado de llevar al entrenamiento, ya que muchas veces se entrena sin que haya nada que perder.
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Estrategias de simulación en entrenamientos.
Una vez planteadas las bases de lo que sufre el deportista a nivel mental cuando compite, se trata de encontrar la manera de poder simularlas en competición. Para ello, tenemos que hacer un esfuerzo de adaptación en los entrenamientos, obligar al deportista a una mayor exigencia de tipo mental. Los puntos que te comento a continuación son solo propuestas que seguramente pueden servirte de base para otras muchas de tu propia cosecha.
La situación sobre las que la voy a plantear es un entrenamiento de un equipo de fútbol, en la que el entrenador empieza a manipular diferentes aspectos para cambiar la situación. Todas estas propuestas que te dejo a continuación las he podido probar por mí mismo y me han dado muy buenos resultados con una aplicación a medio plazo. Como siempre te comento, la mejora del resultado a nivel mental requiere de un proceso y un seguimiento.
- Cambios de jugadores en su posición. Se trata de organizar un partido con los jugadores situados en lugares que no suelen ser los suyos habitualmente. Pasar al portero a la defensa, a un delantero ponerle de central, o a un lateral zurdo hacerle jugar de delantero centro. Esta medida les va a crear un estrés y una incertidumbre que va a sumar mucho a su capacidad psicológica.
- Cambios en el marcador. En este caso, el entrenador realizará este cambio cuando ya se haya disputado un rato de partido. Cuando le parezca bien, cambia el marcador favoreciendo o perjudicando a un equipo y obligándole a un sobreesfuerzo para darle la vuelta. Es muy conveniente realizar el partido con los mejores jugadores en un equipo y obligarles a una cierta diferencia de goles. Cuando lo están consiguiendo, manipular el marcador.
- Cansancio extremo. Como te decía anteriormente, una de las consecuencias físicas que trae la tensión mental que se sufre en competición es el cansancio. Por ello es muy positivo en realizar entrenamientos tácticos por líneas o en juego real con partidos tras un entrenamiento físico exigente. De esta manera estamos simulando tanto ese cansancio como la tensión muscular. Este tipo de entrenamiento no debe desarrollarse demasiado tiempo dado que puede traer lesiones.
- Errores arbitrales. Igualmente, sin que el entrenador avise nada, irá cometiendo pequeños errores arbitrales en contra del equipo más fuerte que haya formado, el equipo titular del siguiente fin de semana por ejemplo, para intentar desesperarles. En este aspecto, ayudan pequeños errores cómo cambiar los saques de banda, o pitar faltas por ligeros contactos inexistente.
- Volver a la cancha. Está estrategia es muy positiva para forjar una mentalidad fuerte y de lucha hasta el final a los deportistas. Simplemente se trata de que, una vez finalizado el plazo de entrenamiento, incluso cuando se estén ya marchando al vestuario para la ducha, hacerles volver a salir y añadir 20 minutos extras o media hora de partido.
- Fomentar roles “contra” ciertos jugadores. En este ejemplo, el entrenador les pide a algunos jugadores en concreto que se comporten de cierta manera antideportiva contra otros, tanto si son compañeros como rivales en la práctica. Imagina que tenemos un delantero en nuestro equipo que pierde fácilmente los nervios. La consigna a los defensas con los que se va a enfrentar es que le incomode mediante pequeños empujones, desconsideraciones u otro tipo de artimañas. Evidentemente, el árbitro (que es el entrenador) no va a sancionarlo. Lo que se busca es aumentar la exigencia mental de ese delantero. En cualquier caso, en este ejercicio hay que marcar muy claramente las líneas que no se deben sobrepasar para evitar conflictos serios entre compañeros.
- Abucheo al deportista. Una de las características que suelen presentar los deportistas que se boicotean a través de un diálogo mental hiriente hacia sí mismos, soportan de los demás. Que el entrenador adopte la postura de ser esa voz juzgadora y crítica hacia el deportista, les ayudará a ser más resilientes y sobre todo a darse cuenta del daño que se están ejerciendo cuando compiten y toman esa actitud.
¿Cuándo es el mejor momento para realizar este tipo de entrenamientos?
Sin duda mi recomendación iría en hacerlos a final de semana, puede ser viernes o sábado si la competición va a ser en domingo. Es muy importante, una vez terminado este tipo de entrenamiento tan peculiar, reunir al equipo y sacar conclusiones comunes. Ayudar al deportista a darse cuenta de todas las circunstancias que le han estado perjudicando y cómo puede evitar las de cara al próximo compromiso.
Insisto en que todo esto sólo son simulaciones, se trata de acercar las sensaciones a las que pueden encontrar el día del partido, y así que ayudarles a ser más fuertes. Por ello te animo a que incluyas este tipo de estrategias en tus entrenamientos semanales y vayas midiendo cómo influyen o no en el rendimiento de tus deportistas.
¿Qué te parece? En tu caso, ¿recomendarías algún otro tipo de práctica?
Si ya lo has aplicado, ¿qué tipo de resultados has conseguido?